Evanescer
No soy capaz de mantener una conversación con esas personas que tanto quiero. No sé qué me está pasando.
Siento que sería una falta de respeto hablarles, decirles tres palabras y después no responderles más.
Está volviendo a pasar lo mismo del 2023. Quiero estar sola. El daño colateral de este estado es grave. Se va a dar de nuevo.
Ya no me nace buscar a los demás. Estoy fría, como el hielo. Creo que los demás se están dando cuenta de esto. Me pregunto si se sentirán usados o maltratados.
Recuerdo que, la última vez que me pasó esto, no fue bueno. En el desenlace final, empecé a tener miedo, hasta que un día fue demasiado y me confesé con cada uno de ellos. Tenía tanto miedo de no volver, que decidí dejar salir todo lo que se me cruzaba por la cabeza. No quería irme y sentir ese estado de arrepentimiento más tarde.
Fue un desastre. No medí mis palabras; solo solté, ciegamente, lo que sentía. Palabras llenas de percepciones personales que nada tenían que ver con la realidad. Fueron monólogos dignos de alguien inestable, confundida y muerta de miedo.
Hace meses y meses que tengo esta sensación terminal, y es complejo comunicarlo, porque se malinterpreta como algo feo, como si estuviera hablando de un suicidio. Y no es eso. Por dentro, siento que se me termina el tiempo, como si supiera que estoy navegando mi último viaje. Pero no son ganas de morir. Es como la resolución final de mi existencia. No me genera ningún tipo de miedo o malestar, y esto se lo debo a él. Sé que no se termina acá. Esto es un mundo construido con pequeñas cartas de cartón. Pude ver más allá, y sé, con certeza, que hay más.
Este tema, realmente, es difícil de hablar, y cada vez que lo toco, despierta desconcierto en mis guardianes. Termino discutiendo, me altero, y siempre encuentro el mismo fin: me tapan con fármacos. No sé porque no son capaces de ver más allá de esta vida, y eso que les conté lo que vi. Pero, aun así... sí, estoy “loca”.
Lo mismo pasa cuando escucho esas “cosas” que no deberían estar ahí. No entiendo porque son algo “malo”. Es súper triste no poder contarle a nadie sobre esto. Por un lado, si se lo cuento a mis cercanos, me rechazan o simplemente no saben qué decir. Si se lo cuento a los boluditos de batas blancas... es peor. Como dije más arriba... pastillas y más pastillas.